-Decidme vuestro nombre. (Ordena Erion a Glenna mientras tiene la espada en su delicado cuello)
-¿Debería?
-No estáis en condiciones de decidir, con un solo gesto podrá arrebataros la vida, pero resulta que desde que os vi, vos sois mi vida.
- No me desafíes.
- Te desafío, mi reina.
-¡Amigos míos, ahora os ofrezco yo mi casa, no me traicioneis! (Glenna se refiere a los ladrones cuando entran en la corte).
Ahora quiero que sufras. Sufre, sufre como aquella rosa que se marchitó esperando tu presencia. (Mientras le cuenta la historia).
-Te lo devuelvo, pero solo temporalmente (dice él entregándole a su hermano).
-Tu arrogancia te conducirá a tu propia muerte. (responde Glenna).
-No cuando todo está a mi favor, mi reina... (muestra de nuevo la arrogancia).
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